Es indiscutible que Rahuapampa ha cambiado. Hoy, a diferencia de tiempos no muy lejanos, sus calles están echas de cemento (no de asfalto), hay nuevas edificaciones y hasta nuevas calles, como aquel camino amplio y vistoso que se extiende por la jurisdicción del cementerio. Si bien preserva la imagen de siempre, en esencia ya no es el mismo pueblo donde nacimos y vivimos y ello tiene que ver, fundamentalmente, con su población. ¡Qué sensación tan extraña sentirte foráneo en tu propia tierra! Y es que en Rahuapampa los rostros son otros. Familias venidas de distintas comarcas vecinas se han asentado en el pueblo desplazando (pero también repoblando, no hay que negar eso) a los originarios, que cada vez son menos. Incluso las zonas más importantes del pueblo han sido copadas por pobladores foráneos, que son los nuevos amos y señores de lo que antes eran las más relucientes propiedades. Y eso no está mal, es sólo una referencia. El problema es que por estos cambios la conexión con las raíces se fracturan. Es decir, los lazos humanos entran a otro plano porque no conoces a nadie y nadie te conoce. Y lo peor nadie parece estar dispuesto a conocerte o por lo menos a cruzar saludos. Tengo la percepción de un desplazado, de aquel que se siente dueño de su tierra pero que en el terreno de las verdades ya no le pertenece. Pero ahí quedan las raíces, el sentimiento, los recuerdos. Ahí está el cordón umbilical que aún nos ata y nos jala a esta nuestra madre tierra.
Así luce actualmente la que otrora fue la escuela de varones. |
Camino y pórtico anterior del cementerio: una vía que no sólo
aliviaba el peso, sino también el dolor.
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Actual entrada del cementerio. Ni accesible ni estético. |
penitencia para los difuntos y un calvario para los deudos y sus acompañantes.
¿Porqué en pueblos como el nuestro no se contratan profesionales de verdad (arquitectos paisajistas, por ejemplo) para que hagan un diseño decente y estéticamente bien logrado? Si los planos son malos, no lo aprueben. Esto es risible.
Imágenes y percepciones
Reviewed by Rahuapampa
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agosto 11, 2012
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recordar el pueblo en que nací y crecí, es nostálgico. recordar todos esos momentos que pasamos con nuestros amigos, nadando en el río puchca, recorriendo los huertos de frutas, entrenando en el campo, subiendo al pico de loro, .... tan solo si pudiera regresar un momento al pasado, nunca hubiera querido crecer. muy bonitas fotos que traen el pasado al presente.
ResponderEliminarEso mismo digo yo... No hay nada más lindo que vivir en el campo, en un pueblo apacible, al lado de la naturaleza. Eso queda gravado de por vida, por eso todos los que hemos vivido en pueblitos como el nuestro decimos que tuvimos una infancia feliz.
ResponderEliminarGrabado... con "b" grande, eso quise decir.
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