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Encuentro



Han pasado siete años  desde mi último encuentro con Vincocota y noto cuán deteriorado está el pueblo. Nunca he visto un panorama tan vetusto, con casas, incluyendo la mía, en absoluto abandono, donde el polvo y el olvido se han sobrepuesto a las paredes blancas, o por lo menos a lo que se parecía blanco. Y en los rezagos de esa blancura, deslucen descomunales y deformes símbolos de una campaña política ya pasada y que nadie, ni ganadores ni perdedores, han tenido la delicadeza de borrarlos. Y no hablo del camino y de los puentes desvencijados, que están lejos de simbolizar el " progreso" que el canon minero dice proveer a estas tierras. Pero no me meto en  esas honduras, que siempre son espinosas y polémicas.

























Vincocota está ahí y también aquí, oliendo como nunca a chirimoya, el fruto mayúsculo del pueblo. En sus ramas ahora no sólo cuelgan frutos, sino también  botellas descartables de todos los tamaños para  engatusar a las moscas que hace más de 30 años exterminaron  nuestras naranjas, limas, cidras y duraznos. Y en cada uno de esos árboles, también flamean curiosas tiras azules  de plástico con el nombre del Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa), que por fin ha plantado  la mirada en nuestro territorio. No sé si por eso o porque es Mayo, mes de verdor y floresta, veo frutas que no había visto en Vincocota en mis últimas visitas. 
Con la ayuda de una shiwina (palo para extraer la fruta del árbol), puedo al fin llevarme a la boca varios racimos de  nísperos con sabor vincocotino. También hay pacay en lo alto de las ramas, al que un intrépido primo trepa y lanza sabrosos ejemplares. En el camino, cuesta arriba, algunas matas de chirimoya sirven de lecho al enredo maravilloso de purupurus y porocsas, que con sus lindísimas flores y exquisitos frutos sobreviven con terquedad y orgullo a las sequías, cambios climáticos y desatinos urbanísticos.
En cada huerto encuentro al menos una prueba de la variedad de plantas y frutales que antaño producía Vincocota. Me emociona ver una pequeña mata de cidra sobreviviendo a la melaza que ha ennegrecido sus hojas y no ha dejado crecer el fruto. Para mí es  un descubrimiento su presencia teniendo en cuenta que es una planta casi extinguida, una rareza en la que mis pequeños sobrinos han descubierto un sabor exquisito (huele  a limón) y que desde entonces es una compra imprescindible en los puestos de venta de las huaracinas,  si lo hubiera. También aquí es raro encontrarlo.  Claro, ni en Vincocota ni en las huaracinas esa cidra es gigante, como en aquellos tiempos de abundancia, donde el fruto alcanzaba el tamaño de una calabaza mediana. ¡Qué  tiempos aquellos!



Dónde habrán quedado esos tiempos en los  que Vincocota producía
abundante lima, al punto que las ramas se venía al suelo por el peso de los frutos.









Cidra, un cítrico de singular característica y aroma intenso. Está en extinción.

Purupuro, preciado fruto conocido también con el nombre de granadilla.  Un producto verdaderamente ecológico, como todo lo que se produce en Vincocota.



Verde, verde, verde... todas las gamas, todos los matices.

Retama.... sus flores sirven de remedio y cuando la planta se
seca se usa para atizar la hoguera.

Caminos eternos, entre follajes y añoranzas, entre muros de pircas y de adobe, que no
sólo conectan con la vida, sino con una historia que debe y tiene que abrirse.

Río Puchca, cómplice eterno de las desventuras y aventuras de los vincocotinos. Debido a
 la descontrolada explotación de arena y al silencio cómplice de las autoridades locales, la erosión está a punto de traerse abajo el acantilado y, por ende, nuestro eterno pueblo.
Cómo no adorar esta postal, donde caminantes y animales comparten espacios embelleciendo nuestros paisajes. 

Encuentro Encuentro Reviewed by Rahuapampa on junio 29, 2012 Rating: 5

5 comentarios

  1. Anónimo26 agosto

    Lindo nuestro pueblo, pero qué desgracia tener autoridades que no hacen nada por Vincocota. Si los que son de ahi y estuvieron en la alcaldía no hicieron nada, menos lo hará el que no es de ahi (como el alcalde actual, que es del interior). Pero tambien hay que ser justos: los vincocotinos no hacemos nada para presionar a las autoridades a que hagan algo por Vincocota. Cuánta razon tiene ese dicho que dice quien no llora no mama. Asi estamos por ahí... A ver si despertamos de una buena vesz todos....

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  2. Anónimo21 octubre

    Gracias, por regalarnos esos bellos paisajes de Rahuapampa, que has plasmado con tanto esmero. Por un momento he recorrido esas calles con la imaginación. y si tienes razon, cuando dice que hay cosas que han realizado sin fundamento como la nueva entrada al cementerío y otras más. En fin así estan las cosas.Nuevamente gracias.

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  3. Gracias a ustedes por compartir sus apreciaciones y por estar en contacto con el pueblo.

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  4. Recuerdo mi arbol de lima, las ramas caian hacia la calle rendidas de tanta producción, de donde cualquier viajero podia degustar de la rica y dulce lima.

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  5. Anónimo23 mayo

    Es verdad Zenon, ahora que lo dices lo recuerdo. Y fíjate que más de uno se vio tentado de "robarse" una lima a su paso... ¡Qué tiempos aquellos!

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