¡Paren la mano! El río es de todos y no de unos cuantos
Después de muchos años, pero de muchos, el río Puchca vuelve a ser el protagonista indeseado del lluvioso y catastrófico invierno que azota al Callejón de Conchucos. Atiborrado por la crecida de los ríos Huari y Mosna, mentores de su origen, al Puchca no le quedó otra que desbordar por donde pudo, arrasando a su paso varios tramos de la carretera en diversas jurisdicciones del Valle del Puchca.
Es verdad que no hay manera de evitar el embate de la naturaleza, pero sí hay forma de que el impacto sea lo menos perjudicial para las poblaciones. En ningún pueblo de la provincia de Huari ninguna autoridad tomó en cuenta ese riesgo. No hay un solo ejemplo de prevención de huaicos o crecida de ríos en esta zona. Los alcaldes de gestiones pasadas se empeñaron ― y hay que decirlo claramente porque sería injusto atribuir pecados ajenos a los actuales alcaldes― en hacer todo lo contrario al permitir y permitirse ellos mismos, a través de sus compinches, desviar el curso natural del río cuantas veces les dio la gana. Son estas acciones las que han acrecentado el poder erosivo del río, por tanto son ellos copartícipes de la devastación en Masin, Rahuapampa y Vincocota.
Quizá para muchos la extracción de arena no tiene ningún impacto en el desborde del río, pero lamentablemente sí tiene. La manipulación constante del cauce disminuye el sedimento del río (arena, piedras, etc.) y ello daña su curso, su caudal, su forma y su profundidad. Por eso vemos al Puchca, especialmente en el sector de Vincocota, desparramado, desperdigado, desbordado.
Todos sabemos que en época de lluvia el río pasa factura, y ahí está la prueba: caminos interrumpidos y viviendas ribereñas pendiendo de un hilo. Eso no es consecuencia única del fenómeno natural o del cambio climático, es también producto de la irresponsabilidad del hombre, de su instinto ambicioso que le lleva a usufructuar con los recursos naturales a costa de lo sea. ¿Y dónde están aquellos? ¿Habrán puesto sus maquinarias, esas con las que despojan al río de su arena y sus piedras, para reconstruir los estragos de la riada? ¿Cuánto dinero aportarán, de los tantos que ganaron, para subsanar los daños de la avalancha?
Ojalá a partir de esta experiencia todos, pobladores y autoridades, aprendan a prevenir los desastres naturales conviviendo en armonía con la naturaleza. Las municipalidades de Rahuapampa y Masin, cuyos territorios han sido seriamente afectados, tienen que darle un nuevo enfoque a sus planes de gobierno. Es imprescindible construir las defensas ribereñas, pero deben hacerlo con asesoría profesional y no por intuición o suposición. ¡Basta de improvisar y de tontear a la gente haciendo plazuelitas y toriles inútiles que no aportan en nada al desarrollo socioeconómico de la población! ¡Basta de llenar de cemento los caminos vecinales y cualquier espacio natural con el único propósito de vender o comprar arena y pellizcar así el presupuesto público, desviando ganancias a sus testaferros o favoreciendo a su camarilla. El río no es de unos, ¡es de todos!
El agua salió de su cauce y ocupó todo el espacio de ambas riberas, que se están desmoronando como consecuencia de la erosión. ¿Esto es justo? |
Los pobladores de Vincocota, organizados en una asociación y en su afán de generar recursos para sus propios proyectos comunitarios, administraban una cantera, la misma que se esfumó con la reciente crecida del río. Incluso antes de la crecida, por otros factores, ya se habían esfumado sus ilusiones.
¡Paren la mano! El río es de todos y no de unos cuantos
Reviewed by Rahuapampa
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febrero 15, 2019
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Bien lo que han escrito aca. El alcalde tiene que desmostar que es rahuapampino haciendo enrocado en el rio para que el pueblo no desaparezca. Si no hace será su culpa. Ahora como esta la naturaleza tenemos que cuidarnos del rio.
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