Asociación Hijos de Vincocota reconoce aporte a la cultura de su conciudadana
Con motivo de sus 43 años
de vida institucional, la Asociación Hijos de Vincocota
distinguió con el premio "Vincocotina de Excelencia" a la
autora del libro 'Vincocota y Rahuapampa, historia de estas tierras y
descubrimiento de su arqueología', obra publicada por el Fondo
Editorial del Congreso de la República.
El presidente
de dicha asociación, Marlon Benites Alvarado, hizo entrega de la
distinción resaltando que el citado libro “permite rescatar y
fortalecer la identidad y cultura, y con el conocimiento de nuestra historia
recuperamos nuestro origen ancestral en beneficio de los jóvenes estudiantes,
que son los principales beneficiarios”.
Palabras de la autora del
libro
Les agradezco mucho por
este reconocimiento, que para mí tiene un gran valor por tratarse de la
representación institucional de nuestro pueblo. Tomo esta distinción como un
honor a todos nuestros antepasados, que son los que nos han legado este
libro de historia que hoy me permite estar presente en este
acto de la Asociación Hijos de Vincocota, a quienes saludo y
felicito por estos 43 años de activa existencia. Extiendo este reconocimiento a
nuestros primeros ancestros de la era virreinal, al capitán Manuel
de Balmaseda, fundador de Vincocota, y a su hija Jacoba de
Balmaseda, los grandes artífices de la existencia de nuestro pueblo. Fue doña
Jacoba la primera persona en nacer en Vincocota y fue también la
madre generadora de las ramas familiares que hasta hoy sobrevive en nuestro suelo.
A veces el destino
nos asigna tareas de acuerdo a nuestra sensibilidad más
que a nuestra profesión o nuestra capacidad. La sensibilidad es
inspiradora y a mí Vincocota me inspira con su mágica
naturaleza, con su gente y con los lindos recuerdos que guardo de mis vivencias
allí. Sin esa sensibilidad, que es al fin y al cabo un
sentimiento, quizá no hubiera tenido la motivación para
investigar y escribir este libro, que lo he escrito, como dice un vals,
con alma, corazón y vida.
Yo, y
lo voy a decir en forma coloquial, también me he quedado con la
boca abierta a medida que he ido investigando y descubriendo esta
historia. No es poca cosa saber que Vincocota fue el único pueblo
nacido y forjado en la era virreinal del actual distrito de Rahuapampa. Y
antes de eso fue el espacio territorial de una etnia preinca que dejó su huella
en Mesa Patak y Tranca, y que he tenido la gran suerte de desvelar en
este libro.
No he escrito esta
publicación con un fin personal sino más bien colectivo, para que
todos nosotros, los
que vivimos aquí y los que viven allá, aprendamos a defender
nuestra tierra, nuestra cultura, nuestro legado, nuestro origen, que son el eje
de nuestra historia. No sé si para ustedes, pero
para mí el cemento no es sinónimo de progreso ni de
modernidad en un espacio rural como el nuestro. Para mí, cuando se
usa sin criterio ni enfoque profesional, es como una
bomba nuclear que daña el
medioambiente, degrada
y altera el paisaje y distorsiona la identidad del pueblo. Un ejemplo
de ello es la carretera a Pauca. Allí, en
nuestro espacio, antes hubo un bello camino
hispánico rodeado de retamas, pencas y taras. Allí hubo una
hermosa quebrada de agua trasparente donde
el segsí tenía su hábitat. Ese paisaje hoy es opaco, gris, sin vida.
No entiendo esa forma de progreso, como no entiendo la singular
ingeniería que usan en Vincocota y Rahuapampa, donde su “ciencia” desnivela
la superficie y deja los caminos y chacras arriba o
abajo, como caiga. Fíjense dónde quedó la capilla; en lo alto, y
la losa deportiva en un hoyo.
Todo esto, sin
duda, es fruto de la improvisación, también de
la astucia y del afán innoble de hacer cualquier
cosa para justificar gastos y pescar réditos. Las buenas obras,
hechas con aprecio y respeto por el pueblo y por su gente, tienen
que armonizar con el paisaje. ¡Defendamos ese derecho! Les invoco a
todos, con la mayor humildad, a que aprendamos de una buena vez a
conservar y a hacer respetar nuestra tierra, nuestros
recursos naturales y, por supuesto, nuestros vestigios arqueológicos. Como está
escrito en el libro, ahora que
sabemos quiénes somos
y de dónde venimos,
no hay excusas para no defender nuestra herencia, que es nuestra tierra y
nuestra cultura.
Conservemos también el valor
de la vecindad, reconociendo en cada uno el aporte que
hace a la comunidad. A ningún conciudadano se le puede
restar mérito por no haber nacido en Vincocota. Yo misma no nací en
Vincocota, nací en Uco, y ello no se contrapone con mi sentimiento
vincocotino ni con mi identidad vincocotina. Mi propia
madre fue de Piscobamba y amó a Vincocota más que a su
tierra. Esta historia familiar es igual o semejante a la de todas
de familias vincocotinas. Así ha sido siempre, desde su origen hasta
hoy, tal como se demuestra en el libro, que es fruto de la lectura de miles de
documentos antiguos de archivos nacionales e internacionales, pero también del
archivo personal que guardó mi padre y que también algunos vincocotinos
conservan con sabiduría.
Una novelista y
poeta estadounidense, Siri Hustvedt, dijo: “El tiempo es inefable, pero
las ideas y las reglas que las acompañan pueden perdurar, a menudo cientos de
años”. Eso espero que pase con este libro. Que esta
historia trascienda y perdure a través de las generaciones, para que alguno de
vuestros hijos, quizá sus nietos o bisnietos, o aquellos que vendrán
cuando ninguno de nosotros ya no esté por aquí, continúen
escribiendo o reescribiendo la historia de Vincocota. Gracias a todos.
Disponible en la librería del Fondo Editorial del Congreso. Jr
Huallaga 374, Centro Histórico de Lima. |
Asociación Hijos de Vincocota reconoce aporte a la cultura de su conciudadana
Reviewed by Rahuapampa
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noviembre 07, 2019
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Es díficil que la gente valore la cultura y la naturaleza porque prefieren la chela y el plato de lentejas que les dan los alcaldes corruptos
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