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Mi abuelo el cura




No es exactamente mi abuelo. Es mi tataraabuelo. Fue cura de la orden de los Dominicos, tambiĆ©n conocida como la orden de los Predicadores. ¿Y cĆ³mo un cura puede ser mi taratabuelo? ¡Cosas de la vida...!

Mi abuelo (asĆ­ lo llamarĆ©) se llamaba Melchor de la Cueva y MĆ”rquez Balbas. Era hijo legĆ­timo de don JuliĆ”n de la Cueva y MĆ”rquez y de doƱa MarĆ­a Clemencia Balbas, con quien se casĆ³ en primeras nupcias en 1804. 
Melchor naciĆ³ el 9 de enero de1817 en la Villa Santo Domingo de Huari (la actual provincia de Huari, Ancash). Se educĆ³ en la ciudad de Huaraz en los primeros mandamientos bajo la direcciĆ³n del presbĆ­tero don Juan de la Cruz Romero. Fue educado en gramĆ”tica castellana, religiĆ³n y aritmĆ©tica, y luego cursĆ³ gramĆ”tica latina, filosofĆ­a y retĆ³rica.
Desde su tierna infancia quiso abrazar la carrera eclesiĆ”stica, por ello viajĆ³ a Lima a fines de octubre del aƱo 1838, a los 21 aƱos, para seguir el sacerdocio. EstudiĆ³ teologĆ­a moral en el Seminario Santo Domingo, y en el aƱo 1840, a los 23 aƱos,  recibiĆ³ la sagrada orden de presbĆ­tero. A partir de entonces  se desempeĆ±Ć³ como Inter en las doctrinas de Huari,  Uco,  San Marcos, con una pequeƱa interrupciĆ³n de su sacerdocio entre los aƱos 1842-1843 como consecuencia de  la RevoluciĆ³n de Hercelles, de la que fue partĆ­cipe como CapellĆ”n del ejĆ©rcito dirigido por el general Coloma.
Esta revoluciĆ³n, que la describe muy bien Ricardo Palma en sus "Tradiciones peruanas",  fue encabezada por el coronel Justo Hercelles contra el presidente de entonces, general Juan Francisco de Vidal. La rebeliĆ³n concluyĆ³ con el fusilamiento de Hercelles en Huaraz, y permitiĆ³ que mi abuelo retomara sus actividades sacerdotales inmediatamente.
En el aƱo de 1850,  en virtud del concurso de plazas que convocĆ³ el Arzobispo de Lima, Francisco de Luna Pizarro, mi abuelo se hizo cargo, a los 33 aƱos,  de la doctrina de Huacrachuco (HuĆ”nuco), donde "permaneciĆ³ de modo constante a pesar de las enfermedades y de la distancia y del mal clima de la zona", como Ć©l mismo narrĆ³. En cumplimiento de sus deberes, mandĆ³ construir desde su cimiento la iglesia parroquial de este pueblo, "que al dĆ­a de hoy estĆ” en muy buen estado, tanto por su extensiĆ³n como por su decencia" (sic: octubre de 1863).
Mi abuelo Melchor naciĆ³ para servir a Dios, asĆ­ lo dijo su padre JuliĆ”n de la Cueva y MĆ”rquez  cuando solicitĆ³ al Arzobispado de Lima para que su joven hijo recibiera la instrucciĆ³n sacerdotal.
"... desde los primeros aƱos en que se desarrollaron sus facultades intelectuales, se dedicĆ³ mi sitado hijo a la carrera literia (sic), demostrando de un modo inequĆ­voco su vocaciĆ³n al estado eclesiĆ”stico, que es, sin duda,  la inclinaciĆ³n con que lo ha llamado Dios....".

El costo del sacerdocio
Abrazar la carrera sacerdotal tuvo sus costos para la familia de mi abuelo. Su padre debiĆ³  garantizar sus estudios en el Colegio Santo Domingo de Huaraz tasando sus propiedades a favor del aspirante a cura. Este hecho puso en serio riesgo la economĆ­a de sus padres, por lo que el propio Melchor enviĆ³ una carta al rector del Seminario Santo Domingo pidiendo marcharse a Lima para hacer la carrera sacerdotal en esos claustros, donde los estudios eran gratuitos.
"... Que desde mis tiernos aƱos he tenido vocaciĆ³n verdadera al estado sacerdotal, y para conseguir tan alta dignidad, sin embargo de la demasiada pobreza de mis padres que no pueden soportar los gastos necesarios para mi instrucciĆ³n, me he hallado por conveniente encaminarme a esta capital con noticia de que soy pretendiente de ordenar son protegidos y amparados por la bondad de Vuestra Merced  proporcionando a aquellos infelices habitaciĆ³n y enseƱanza gratis, y deseoso de gozar del mismo beneficio, recurro a la piedad de Vuetra Su Ylustrisima a fin de que se digne encargar al reverendo prelado del Convento Santo Domingo me franquee una celda en qual vivir y el cuidado de mi yntencion, al mismo tiempo suplico me conseda la gracia de usar de las insignias eclesiĆ”sticas..." (11 de octubre de 1838).
La raĆ­z y la rama
El padre de mi abuelo cura, JuliĆ”n de la Cueva y MĆ”rquez, era natural de Huari, pero de padre espaƱol.  A pesar de su condiciĆ³n de sacerdote, Melchor tuvo dos hijos (no sĆ© si mĆ”s), uno era Francisco y el otro tenĆ­a el mismo nombre de su papĆ”: JuliĆ”n.
JuliĆ”n naciĆ³ en el aƱo 1871, cuando el abuelo cura tenĆ­a 54 aƱos. Este JuliĆ”n de la Cueva (no conservĆ³ su apellido "Y MĆ”rquez" a pesar de que era un apellido compuesto) fue progenitor de mi abuela paterna Celestina Cueva Flores (en la generaciĆ³n de mi abuela  se pierde el tĆ©rmino "de la" Cueva, les parecĆ­a demasiado extenso con esa preposiciĆ³n y decidieron suprimir), y de mis tĆ­os abuelos Hortensia, Tomasa, Teodora, Manuela, Carmen y Mardonio Cueva Flores, quienes tuvieron por madre a SolomĆ© Flores. Curiosamente, la mujer con la que el cura procreĆ³ a mi bisabuelo JuliĆ”n tambiĆ©n era Flores. Clara Flores.
Francisco, el otro hijo, estuvo casado con LucĆ­a Trujillo, natural de Huari, segĆŗn consta en el testamento de fecha 5 de julio de 1935 de  mi bisabuelo JuliĆ”n. 
Al dĆ­a de hoy, el apellido Cueva, heredado de Melchor de la Cueva, sobrevive gracias a la descendencia de mi fallecido tĆ­o abuelo Mardonio Cueva (nieto de Melchor), y a la presencia viva de la hermana de mi padre,  Celia Blas Cueva,   y  a la  de mis tĆ­os (primos hermanos de mi padre) MĆ”ximo Espinoza Cueva, Dora Melgarejo Cueva, Leonardo Bejarano Cueva y Odilia Bejarano Cueva, quienes vienen a ser los bisnietos. TambiĆ©n lo fue de Constantino Blas Cueva,  Ernestina Blas Cueva, Antonio Blas Cueva y Ampelio Blas Cueva.


Los pesares de la vida

Melchor de la Cueva y MĆ”rquez era presbĆ­tero, doctor en teologĆ­a. EjerciĆ³ tambiĆ©n como pĆ”rroco en San AndrĆ©s de LlamellĆ­n. Es posible que se haya enamorado de la madre de sus hijos  en Huari (o tal vez fue madre solo de mi bisabuelo JuliĆ”n y no de Francisco), pues JuliĆ”n naciĆ³ en esa provincia. Desconozco cĆ³mo llegĆ³ a Vincocota, donde el apellido Cueva terminĆ³ arraigĆ”ndose a pesar de perder su "denominaciĆ³n de origen". De haberse preservado tal cual este apellido, hoy todos los Cueva de Vincocota serĆ­an De la Cueva y MĆ”rquez.
Para el aƱo 1876, cuando su hijo JuliĆ”n tenĆ­a solo 5 aƱos de edad,  el abuelo Melchor presentaba serios problemas de salud. El mĆ©dico italiano que lo examinĆ³ en San Marcos, Domenico Cavieri (mĆ©dico practicante de la Universidad de Milano), dijo lo siguiente:
"... El doctor don Melchor de la Cueva adolece de una obstrucciĆ³n total de los intestinos que no le ha sido posible sanar en el espacio de dos aƱos; y arreglado a sus facultades el que informa ha sacado por ultimo medio pase a los baƱos termales de Chancos en el cercado de Huaraz...".  (17 de Octubre de 1876). 
Ese mismo aƱo, el propio abuelo Melchor envƭa una carta al Arzobispo de Lima para ser reemplazado por otro sacerdote, su coadjutor en la parroquia de San Marcos.
" Melchor de la Cueva, cura propio de la doctrina de San Marcos, con el debido respeto ante Vuestra Ylustrisima me presento y digo: que hallandome enfermo hace fecha y sin esperanza de recuperar mi salud en estos lugares donde no hay recurso alguno, me dirijo a Vuestra Ylustrisima y suplico tenga la dignaciĆ³n de expedir titulo de Coadjutor al Presbitero C. Adrian Rios, quien se halla en actual servicio en esta doctrina a mi cargo, como sacerdote de mi entera satisfaccion,  por cuya circunstancia, a vuestra SeƱoria Ylustrisima suplico rendidamente se sirva acceder a mi solicitud como llebo expuesto". San Marcos, octubre 17 de 1876.
Habiendo tenido un pronĆ³stico tan desalentador, es poco probable que el abuelo haya tenido larga vida. Su renuncia a la parroquia de San Marcos dejĆ³ la puerta abierta para el desaliento. Si bien estuvo recibiendo tratamiento por dos aƱos en la Sala San Antonio del Hospital Militar San BartolomĆ© de Lima, nunca encontrĆ³ mejorĆ­a.
Sus malestares, al parecer, empezaron en  1843, cuando solo tenĆ­a 26 aƱos. AsĆ­ consta en un documento que Ć©l mismo escribiĆ³ al arzobispo de Lima el 27 de octubre de aquel aƱo cuando estaba a cargo de la doctrina de San Cristobal de Uco; ya entonces se  veĆ­a imposibilitado de ejercer su funciĆ³n.
"... fĆ­sicamente imposible su cumplimiento por mi quebrantamiento de mi salud y ser de primera necesidad su reposiciĆ³n, ya sea porque aquel temperamento no es analogo a la naturaleza de mi padecimiento, y necesita de variar a otro que sea mĆ”s benigno o ya tambien por la total carencia de recursos y medicinas...".
(Posted by: D.Blas)











Mi abuelo el cura Mi abuelo el cura Reviewed by Rahuapampa on marzo 22, 2014 Rating: 5

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