• Apr 22, 2025

Home Top Ad

RAHUAPAMPA

Mi abuelo el cura




No es exactamente mi abuelo. Es mi tataraabuelo. Fue cura de la orden de los Dominicos, también conocida como la orden de los Predicadores. ¿Y cómo un cura puede ser mi taratabuelo? ”Cosas de la vida...!

Mi abuelo (asĆ­ lo llamarĆ©) se llamaba Melchor de la Cueva y MĆ”rquez Balbas. Era hijo legĆ­timo de don JuliĆ”n de la Cueva y MĆ”rquez y de doƱa MarĆ­a Clemencia Balbas, con quien se casó en primeras nupcias en 1804. 
Melchor nació el 9 de enero de1817 en la Villa Santo Domingo de Huari (la actual provincia de Huari, Ancash). Se educó en la ciudad de Huaraz en los primeros mandamientos bajo la dirección del presbítero don Juan de la Cruz Romero. Fue educado en gramÔtica castellana, religión y aritmética, y luego cursó gramÔtica latina, filosofía y retórica.
Desde su tierna infancia quiso abrazar la carrera eclesiĆ”stica, por ello viajó a Lima a fines de octubre del aƱo 1838, a los 21 aƱos, para seguir el sacerdocio. Estudió teologĆ­a moral en el Seminario Santo Domingo, y en el aƱo 1840, a los 23 aƱos,  recibió la sagrada orden de presbĆ­tero. A partir de entonces  se desempeñó como Inter en las doctrinas de Huari,  Uco,  San Marcos, con una pequeƱa interrupción de su sacerdocio entre los aƱos 1842-1843 como consecuencia de  la Revolución de Hercelles, de la que fue partĆ­cipe como CapellĆ”n del ejĆ©rcito dirigido por el general Coloma.
Esta revolución, que la describe muy bien Ricardo Palma en sus "Tradiciones peruanas",  fue encabezada por el coronel Justo Hercelles contra el presidente de entonces, general Juan Francisco de Vidal. La rebelión concluyó con el fusilamiento de Hercelles en Huaraz, y permitió que mi abuelo retomara sus actividades sacerdotales inmediatamente.
En el aƱo de 1850,  en virtud del concurso de plazas que convocó el Arzobispo de Lima, Francisco de Luna Pizarro, mi abuelo se hizo cargo, a los 33 aƱos,  de la doctrina de Huacrachuco (HuĆ”nuco), donde "permaneció de modo constante a pesar de las enfermedades y de la distancia y del mal clima de la zona", como Ć©l mismo narró. En cumplimiento de sus deberes, mandó construir desde su cimiento la iglesia parroquial de este pueblo, "que al dĆ­a de hoy estĆ” en muy buen estado, tanto por su extensión como por su decencia" (sic: octubre de 1863).
Mi abuelo Melchor nació para servir a Dios, asĆ­ lo dijo su padre JuliĆ”n de la Cueva y MĆ”rquez  cuando solicitó al Arzobispado de Lima para que su joven hijo recibiera la instrucción sacerdotal.
"... desde los primeros aƱos en que se desarrollaron sus facultades intelectuales, se dedicó mi sitado hijo a la carrera literia (sic), demostrando de un modo inequĆ­voco su vocación al estado eclesiĆ”stico, que es, sin duda,  la inclinación con que lo ha llamado Dios....".

El costo del sacerdocio
Abrazar la carrera sacerdotal tuvo sus costos para la familia de mi abuelo. Su padre debió  garantizar sus estudios en el Colegio Santo Domingo de Huaraz tasando sus propiedades a favor del aspirante a cura. Este hecho puso en serio riesgo la economĆ­a de sus padres, por lo que el propio Melchor envió una carta al rector del Seminario Santo Domingo pidiendo marcharse a Lima para hacer la carrera sacerdotal en esos claustros, donde los estudios eran gratuitos.
"... Que desde mis tiernos aƱos he tenido vocación verdadera al estado sacerdotal, y para conseguir tan alta dignidad, sin embargo de la demasiada pobreza de mis padres que no pueden soportar los gastos necesarios para mi instrucción, me he hallado por conveniente encaminarme a esta capital con noticia de que soy pretendiente de ordenar son protegidos y amparados por la bondad de Vuestra Merced  proporcionando a aquellos infelices habitación y enseƱanza gratis, y deseoso de gozar del mismo beneficio, recurro a la piedad de Vuetra Su Ylustrisima a fin de que se digne encargar al reverendo prelado del Convento Santo Domingo me franquee una celda en qual vivir y el cuidado de mi yntencion, al mismo tiempo suplico me conseda la gracia de usar de las insignias eclesiĆ”sticas..." (11 de octubre de 1838).
La raĆ­z y la rama
El padre de mi abuelo cura, JuliĆ”n de la Cueva y MĆ”rquez, era natural de Huari, pero de padre espaƱol.  A pesar de su condición de sacerdote, Melchor tuvo dos hijos (no sĆ© si mĆ”s), uno era Francisco y el otro tenĆ­a el mismo nombre de su papĆ”: JuliĆ”n.
JuliĆ”n nació en el aƱo 1871, cuando el abuelo cura tenĆ­a 54 aƱos. Este JuliĆ”n de la Cueva (no conservó su apellido "Y MĆ”rquez" a pesar de que era un apellido compuesto) fue progenitor de mi abuela paterna Celestina Cueva Flores (en la generación de mi abuela  se pierde el tĆ©rmino "de la" Cueva, les parecĆ­a demasiado extenso con esa preposición y decidieron suprimir), y de mis tĆ­os abuelos Hortensia, Tomasa, Teodora, Manuela, Carmen y Mardonio Cueva Flores, quienes tuvieron por madre a SolomĆ© Flores. Curiosamente, la mujer con la que el cura procreó a mi bisabuelo JuliĆ”n tambiĆ©n era Flores. Clara Flores.
Francisco, el otro hijo, estuvo casado con LucĆ­a Trujillo, natural de Huari, segĆŗn consta en el testamento de fecha 5 de julio de 1935 de  mi bisabuelo JuliĆ”n. 
Al dĆ­a de hoy, el apellido Cueva, heredado de Melchor de la Cueva, sobrevive gracias a la descendencia de mi fallecido tĆ­o abuelo Mardonio Cueva (nieto de Melchor), y a la presencia viva de la hermana de mi padre,  Celia Blas Cueva,   y  a la  de mis tĆ­os (primos hermanos de mi padre) MĆ”ximo Espinoza Cueva, Dora Melgarejo Cueva, Leonardo Bejarano Cueva y Odilia Bejarano Cueva, quienes vienen a ser los bisnietos. TambiĆ©n lo fue de Constantino Blas Cueva,  Ernestina Blas Cueva, Antonio Blas Cueva y Ampelio Blas Cueva.


Los pesares de la vida

Melchor de la Cueva y MĆ”rquez era presbĆ­tero, doctor en teologĆ­a. Ejerció tambiĆ©n como pĆ”rroco en San AndrĆ©s de LlamellĆ­n. Es posible que se haya enamorado de la madre de sus hijos  en Huari (o tal vez fue madre solo de mi bisabuelo JuliĆ”n y no de Francisco), pues JuliĆ”n nació en esa provincia. Desconozco cómo llegó a Vincocota, donde el apellido Cueva terminó arraigĆ”ndose a pesar de perder su "denominación de origen". De haberse preservado tal cual este apellido, hoy todos los Cueva de Vincocota serĆ­an De la Cueva y MĆ”rquez.
Para el aƱo 1876, cuando su hijo JuliĆ”n tenĆ­a solo 5 aƱos de edad,  el abuelo Melchor presentaba serios problemas de salud. El mĆ©dico italiano que lo examinó en San Marcos, Domenico Cavieri (mĆ©dico practicante de la Universidad de Milano), dijo lo siguiente:
"... El doctor don Melchor de la Cueva adolece de una obstrucción total de los intestinos que no le ha sido posible sanar en el espacio de dos aƱos; y arreglado a sus facultades el que informa ha sacado por ultimo medio pase a los baƱos termales de Chancos en el cercado de Huaraz...".  (17 de Octubre de 1876). 
Ese mismo aƱo, el propio abuelo Melchor envƭa una carta al Arzobispo de Lima para ser reemplazado por otro sacerdote, su coadjutor en la parroquia de San Marcos.
" Melchor de la Cueva, cura propio de la doctrina de San Marcos, con el debido respeto ante Vuestra Ylustrisima me presento y digo: que hallandome enfermo hace fecha y sin esperanza de recuperar mi salud en estos lugares donde no hay recurso alguno, me dirijo a Vuestra Ylustrisima y suplico tenga la dignación de expedir titulo de Coadjutor al Presbitero C. Adrian Rios, quien se halla en actual servicio en esta doctrina a mi cargo, como sacerdote de mi entera satisfaccion,  por cuya circunstancia, a vuestra SeƱoria Ylustrisima suplico rendidamente se sirva acceder a mi solicitud como llebo expuesto". San Marcos, octubre 17 de 1876.
Habiendo tenido un pronóstico tan desalentador, es poco probable que el abuelo haya tenido larga vida. Su renuncia a la parroquia de San Marcos dejó la puerta abierta para el desaliento. Si bien estuvo recibiendo tratamiento por dos años en la Sala San Antonio del Hospital Militar San Bartolomé de Lima, nunca encontró mejoría.
Sus malestares, al parecer, empezaron en  1843, cuando solo tenĆ­a 26 aƱos. AsĆ­ consta en un documento que Ć©l mismo escribió al arzobispo de Lima el 27 de octubre de aquel aƱo cuando estaba a cargo de la doctrina de San Cristobal de Uco; ya entonces se  veĆ­a imposibilitado de ejercer su función.
"... físicamente imposible su cumplimiento por mi quebrantamiento de mi salud y ser de primera necesidad su reposición, ya sea porque aquel temperamento no es analogo a la naturaleza de mi padecimiento, y necesita de variar a otro que sea mÔs benigno o ya tambien por la total carencia de recursos y medicinas...".
(Posted by: D.Blas)











Mi abuelo el cura Mi abuelo el cura Reviewed by Rahuapampa on marzo 22, 2014 Rating: 5

3 comentarios

our facebook page

Home Top Ad

RAHUAPAMPA