Vincocota: los personajes de mi pueblo

Doña Auberta

Siempre es grato ir a Vincocota. No solo por los recuerdos que ahí se han quedado, sino por la gente que uno a conocido. Sin ese contacto humano estos periplos no tendrían sentido. Hoy que he estado allí unos días más de lo habitual, he podido conocer y recordar más  a la gente. Me generó mucha simpatía doña Ausberta, una mujer que pese a haber nacido en Chaná es un personaje imprescindible en Vincocota, donde vive desde que tenía 6 años de edad. Amén de ser casi una “historiadora” del pueblo (sabe mucho y tiene pruebas suficientes para demostrarlo), ella es historiadora también de su propia vida, tan intensa y sufrida desde cuando apenas empezaba a ser mujer. Su relato conmueve, pero de su boca, más que drama, emana gracia, como si esa cruz pesada hubiera perdido peso a medida que la vida empezó a sonreirle. Me he reído mucho con ella. He disfrutado sobremanera  su historia reciente de musa incaducable, de dama inspiradora de deseos. Más que un chisme, es una anécdota real y jocosa que ella misma cuenta como si se tratara de una  humorada ajena.

DON NEMESIO

Por  el camino el encuentro con don Nemesio fue una constante. Su rostro siempre lo tuve en la retina, pero no lo conocía mucho. En estas idas y venidas he percibido gratamente sus buenas maneras y  su buen verbo, siempre correcto y siempre amable. Me parece de los más educados.  De Paulino puedo decir lo mismo, aunque es verdad que recién esta vez pude hablar con él. Me pareció un tipo receptivo, reflexivo, autocrítico y con todo el entusiasmo por plasmar proyectos comunitarios ahora que es regidor.  A Reinaldo lo vi poco, pero de mis encuentros pasados, en estado de absoluta sobriedad, me di cuenta que pudo ser un genealogista. Nadie como él para saber de las raíces, troncos y ramas de las familias que habitan Vincocota...  Después de años volví a ver a Tiullu, un ingeniero agronomo que  ha vuelto al pueblo y que en su trato deja notar todo lo bueno que esperamos de las personas: humildad y sencillez. ¡Cuánto engrandecen esas cualidades a los seres humanos! Todo lo contrario a ello es pura ignorancia.